TIGRE MANJATAN
Javier Puebla
Algaida, 2008
La vida nos conduce muchas veces por caminos inescrutables. En ocasiones, ansiamos poseer algo hasta límites impensables sin que logremos nuestro objetivo. Otras, no alcanzamos a apreciar lo suficiente lo que poseemos hasta que nos falta. La más, nos enojamos violentamente cuando alguien nos arrebata aquello que creemos de nuestra propiedad, lo apreciemos en su justa medida o no. De tales premisas parece partir Arturo Briz, el protagonista de Tigre Manjatan, la última novela con la que Javier Puebla (Madrid, 1958) salta de nuevo a la arena literaria tras un prolongado silencio que a los aficionado a la novela negra se nos ha hecho demasiado largo ya que llega cuatro años después de haber logrado el triunfo unánime de público y crítica con la excelente Sonríe Delgado (Premio Nadal, 2004). Sea como fuere, los entusiastas del género no podemos por menos que estar de franca enhorabuena: Javier Puebla regresa al fin y lo hace por la puerta grande. Como los mejores.
Tigre Manjatan esboza entre sus páginas una interesante historia. La historia de Emilia, una prostituta que ejerce en la Casa de Campo bajo el nombre de guerra de Natalia y que, por azares del destino, un día cruza su vida con la de Arturo Briz, un periodista cínico, alcohólico, vitalmente derrotado y sentimentalmente desahuciado. Entre ambos se establece una curiosa relación de dependencia emocional. Para Emilia, Arturo supone la única oportunidad de salir del pozo en el que se encuentra inmersa. Para Arturo, Natalia supone una especie de salvavidas, una forma de demostrarse a sí mismo que aún es capaz de albergar algún sentimiento de los que llamamos nobles. Pero una noche, Emilia es asesinada y Arturo emprende una frenética y desesperada carrera a lo largo de todo Madrid con el fin de encontrar al culpable.
Tigre Manjatan se integra en un estilo de crónica urbana y callejera que trasciende más allá del estricto sentido del género negro. Nos encontramos ante una sólida novela de intriga desarrollada en un contexto que es plasmado y descrito con la peculiar crudeza narrativa que caracteriza los textos de Javier Puebla y cuyo principal atractivo proviene de la intensidad lírica con la que el autor nos descubre y transmite las luces y las sombras —sobre todo las sombras— que una ciudad como Madrid es capaz de proyectar sobre la gente que habita en ella. O que la sufre. La trama, perfectamente urdida y manejada, se retuerce a lo largo de casi 250 páginas navegando a través de ese entorno tan hermoso como hostil, tan sórdido como salvaje, que supone la vida nocturna de una gran ciudad. En ese sentido, los mayores aciertos de la novela son un exquisito uso del ritmo narrativo con el que el autor logra que la acción no decaiga en ningún momento y el acertadísimo uso de la segunda persona del singular —la novela está íntegramente narrada en este tiempo verbal— con cuyo empleo el autor logra introducir con éxito una función apelativa hacia el lector, interpelándole, implicándole emocionalmente y de forma continua a lo largo de todo el relato, todo ello acompañado de un tono que se desliza continuamente entre la ironía y el lirismo, un tono que podíamos calificar incluso de poético a pesar de su descarnada aspereza y que termina por sumergirnos de forma plena en una trama dura y vertiginosa con la que se pone de manifiesto la habilidad innata de Javier Puebla para el empleo de frases cortas y demoledoras, disparadas a modo de ráfagas con el fin de ofrecer una autentica galería de ideas, momentos y matices que llegan hasta el lector de forma directa y contundente, como un buen gancho de izquierda. En esta novela, Javier Puebla ha terminado por superarse una vez más a sí mismo logrando de Tigre Manjatan algo similar a una buena sinfonía: una obra de puro ritmo. ¡Que suene la música!
Parque Coimbra, noviembre de 2008