DON'T FEAR THE REAPER
La estancia se hallaba iluminada por decenas de velas cuya luz esbozaba turbadores juegos de luces y sombras sobre las paredes. Desnuda, indefensa, con los sentidos embotados, se sumergió muy despacio en el cálido elemento que colmaba la enorme bañera. En el aire se respiraba un intenso olor a cera característico de los recintos sagrados y, en parte, así era. Al menos para ella ya que aquel lugar simbolizaba su lugar de retiro, su santuario. Llevaba horas encerrada en casa, sumida en un asfixiante estado de conmoción tras haberse visto abocada a pasar por el cruel trance de identificar su cuerpo, aquel despojo mutilado que había pasado a engrosar la fatídica y siniestra estadística de los accidentes de tráfico y que hasta no hacía mucho había pertenecido a la persona por la que, de haber sido necesario, habría entregado gustosa su propia vida.
All our times have come
Here but now they're gone
Una obsesiva idea, un absurdo pensamiento se abría paso desde lo más profundo de su delirante y extraviada mente. Inmersa en agua tibia, abandonada, desmadejada, confusa, un llanto silencioso y convulso se apoderó de ella. De sus ojos brotó un reguero de aljófares cristalinos que rodaron por su rostro en pura sincronía con las gotas de lluvia que resbalaban por la cara externa del cristal de la ventana. Fuera, en la calle, el viento bufaba con violencia, susurrando y aullando de forma alterna, como si tratase de revelar con su soplo un extraño e incomprensible mensaje.
Seasons don't fear the reaper
Nor do the wind, the sun or the rain... (we can be like they are)
La densa cera derretida, a imagen y semejanza de un esperma traslucido, se deslizaba lentamente por el cuerpo de las velas formando caprichosas figuras al solidificarse. Fijó su vista en la llama de una de ellas y tras su hipnótica y oscilante imagen creyó percibir algo. Una breve respuesta. Una señal, un ruego, una sensación. Algo no definido ni definible. Algo oscuro, frío y sin embargo, alentador.
Come on baby... (don't fear the reaper)
Baby take my hand... (don't fear the reaper)
We'll be able to fly... (don't fear the reaper)
Baby I'm your man...
Un despiadado y ardiente sufrimiento, un dolor no físico pero no por ello menos cruel brotaba de su pecho desnudo y la atenazaba hasta extremos intolerables. Era el dolor de la distancia, el dolor de la certeza, el dolor de la pérdida. Era el fantasma de la soledad que la torturaba de forma impasible consiguiendo que el recuerdo del ser ausente le clavara punzadas de infinita tristeza. No estaba dispuesta a continuar. Sin él, el delicado equilibrio que regía su vida se había roto para siempre y la palabra «futuro» había dejado de tener algún sentido. Estaba decidida. Quizá fuese la única solución, el único consuelo. Si él no podía regresar, ella tendría que recorrer el camino. Debía ir a su encuentro donde quiera que estuviese. Y tan sólo había una forma de hacerlo. Tan sólo había una forma de seguir juntos para siempre.
Valentine is done
Here but now they're gone
Romeo and Juliet
Are together in eternity... (Romeo and Juliet)
La llama de aquella vela bailaba ante sus pupilas como si estuviese dotada de vida propia. Parecía susurrarle con insistencia un inquietante mensaje que en otras circunstancias quizá resultase disparatado pero que ella, en su actual situación, encontraba incluso confortante «¿Qué más daba? Miles de personas mueren todos los días. ¿Qué importancia podría tener la vida de una, de dos más?»
40,000 men and women everyday... (like Romeo and Juliet)
40,000 men and women everyday... (redefine happiness)
Another 40,000 coming everyday... (we can be like they are)
Con la mirada perdida en el vacío, tomó la cuchilla que había depositado en el borde de la bañera momentos antes de dejarse abrazar por su cálido contenido. Una tenue sonrisa brotó en la comisura de sus labios. Pronto estarían juntos de nuevo, pronto burlarían la dolorosa celada que el Destino les había tendido. Situó la hoja a la altura de su rostro, frente a los ojos, y observó con fascinación cómo su filo refulgía bajo la luz de las velas. Con expresión ausente apoyó la cuchilla sobre una de sus muñecas. Sintió cómo, al frío contacto del metal, su piel se estremecía, erizándose. Las lágrimas seguían brotando de sus ojos sin embargo, no sentía tristeza ni temor. Tan sólo un ansia infinita por acudir a su cita. Ya no le cabía duda alguna. Él la estaba esperando. Él la llamaba. Debían reunirse lo antes posible. Una ráfaga de viento gritó con fuerza en la calle, al otro lado de aquellas paredes. La voz del viento insistía en transmitirle su extraño mensaje, un llamamiento que ella ya no podía dejar de escuchar.
Come on baby... (don't fear the reaper)
Baby take my hand... (don't fear the reaper)
We'll be able to fly... (don't fear the reaper)
Baby I'm your man...
Con un suave y ligero movimiento deslizó el filo de la cuchilla por su piel y ésta se abrió mostrando una delgada y tenue línea roja. La sangre comenzó a resbalar a lo largo del brazo dibujando los anárquicos y sutiles trazos de un sombrío árbol escarlata. Sumergió sus heridas en el agua, tibia ya, y la bañera comenzó a teñirse de un siniestro color ocre. Su éxodo había comenzado. Las llamas de las velas titilaron de forma espasmódica como si con su movimiento, con su tétrica danza, quisiesen despedirla en su viaje sin retorno. Un suave y placentero sopor comenzó a apoderarse de ella. Cerró los ojos y echó suavemente su cabeza hacia atrás. El círculo comenzaba a completarse. Sus sentidos continuaron adormeciéndose hasta sumirla en un insólito y extraño letargo. Su mente voló libre, convirtiendo su cerebro en un vertiginoso maremagnum de recuerdos y anhelos. De pronto, una de aquellas imágenes se instaló en su mente como un funesto presagio: «¿Y si no era aquello lo que él deseaba? ¿Y si estaba cometiendo un grave error? ¿Y si, tras encontrarse, él la despreciaría por haber elegido aquel camino?». Un intenso e irracional escalofrío subió por su espalda y, por vez primera desde que tomara la trascendental decisión, sintió miedo.
Love of two is one
Here but now they're gone
Came the last night of sadness
And it was clear she couldn't go on
En ese instante, la puerta se abrió de golpe y sintió cómo una gélida brisa, que no supo distinguir si era real o fingida, si autentica o delirada, penetraba en la estancia azotándole el rostro. Desde su semiinconsciencia creyó percibir cómo las cortinas del ventanal temblaban, dotadas de vida propia, y la luz de las velas centelleaba para después extinguirse y dejar la estancia casi a oscuras, tan sólo iluminada por la exigua luz que llegaba desde la calle. Una árida sensación de temor se apoderó de ella por un breve instante.
Tan sólo un instante.
Y entonces lo vio.
Él se encontraba allí, bajo el umbral de la puerta. Su rostro no guardaba parecido alguno con la horrible mueca desfigurada que se había visto obligada a contemplar pocas horas antes en el hospital. Su aspecto era tal y como ella lo recordaba, como lo había visto siempre. Un refulgente halo rodeaba su figura. A pesar de todo, allí estaba. Sonriéndole como sólo él sabía hacerlo. Había venido a acompañarla en su viaje, a llevarla allí donde quiera que él estuviese ahora. Él había respondido a su llamada. Había vuelto por ella.
Then the door was open and the wind appeared
The candles blew then disappeared
The curtains flew then he appeared... (saying don't be afraid)
Come on baby... (and she had no fear)
And she ran to him... (then they started to fly)
They looked backward and said goodbye... (she had become like they are)
She had taken his hand... (she had become like they are)
Come on baby... (don't fear the reaper)
Él le ofreció su mano mientras sonreía. Ella alargó la suya y con las yemas de los dedos rozó aquella aureola luminosa y fría. Su etéreo tacto era gélido, extraño pero no desagradable. No vio mover sus labios pero pudo escuchar con fuerza una voz que ella reconoció como la suya. «No temas» le dijo y ella no sintió ningún miedo. Tan sólo una desbordante sensación de ansiedad y alegría por disponer de la oportunidad de volver a unir sus destinos, por recorrer de nuevo juntos el camino, en esta ocasión para siempre. Más allá de cualquier lugar, más allá de cualquier tiempo.
Vamos, nena.
No temas al segador.
Alcorcón, diciembre de 2004